¿Quién te acompaña?
En la primera vuelta al sol del Reinado de Therkham, fueron a rendir respeto las tribus de las montañas, Los Viñerk con sus enormes lanzas y pieles de lobo sobre sus espaldas, Los Herim acompañados de afilados y disimulados puñales que transitan en leyendas contadas por los ancianos en las noches oscuras sin luna. De forma casi simultánea arribaban Los Yerk, hombres de mar y viento que saqueaban o comerciaban con otras regiones, caracterizados por su buen hablar y pésimo humor. El ambiente se volvió tenso al hacerse presentes los representantes de Tulím, líder anterior, quien un día desapareció sin dejar rastro. Durante ese período, el caos y la inconsciencia dieron lugar a numerosos enfrentamientos.
Al cabo de trece lunas fue visto en una toreima (taberna de mala reputación) acompañado de Hélif, supuesta consejera hechicera que a través de pócimas lo arrastró hasta lo más bajo.
El nuevo rey era un hombre sin linaje, carecía de modales o de un verbo conciliador, sin embargo, años atrás, fue quien acorraló y venció a las tribus de Los Sin Nombre, guerreros temidos por su voto de silencio, dedicados a exterminar todo a su paso. No se sabe de dónde vienen ni quien es su líder, pero el aroma lejano de las tairet (flor de la muerte), advertían con su particular fragancia la siniestra visita. Estas flores estaban colocadas en mallas de metal que colgaban humeantes en palanganas que se paseaban por todo el campamento, afectando su razón y preparándolos para su siguiente invasión.
Fue entonces cuando Therkham, pudo sentir el cambio en el vuelo de las aves y el silencio abismal que se aproximaba. Siendo un cazador, les hizo creer que había un festín en el medio del bosque y que asustados por su llegada dejaron todos los manjares y ofrendas a los dioses servidas en su huida. Una vez en la trampa, cayó bajo el efecto de plantas somníferas mezcladas con la comida y la bebida.
Al despertar Los Sin Nombre, se encontraron amordazados ya a través de señas se les indicaba que podían retirarse con la condición de jamás volver, pero a muchos al negarse, se le amputaron los dedos de los pies y los pulgares de sus manos para cerciorarse que dejaran. de empuñar armas.
Esta hazaña hecha por un solo hombre valió para que el resto de los soldados del ausente Tulím le admirasen y lo llevasen a restituir el orden, para lo cual se encaminó sin decir alguna palabra. Una vez en el reino, preguntó los deberes de cada funcionario, destituyendo sin vejación a quien no cumplía, abriendo la oportunidad para aquellos que deseaban servir.
En luna y media, todo estaba en armonía, permitiendo al nuevo monarca regresar a su morada cada cierto tiempo. En algunas de sus pocas alocuciones, se refería a que ningún hombre necesita ser supervisado, que dentro de sí mismo existe lo suficiente para saber hacer las cosas bien sin excusas que valgan.
Therkham era viudo, perdió a su familia cuando en un eclipse Hurk (el sol) volvió con más fuerza y la sequía mató a muchos. Cuentan algunos que sus lágrimas conmovieron tanto a Luhet (la luna) que usaron sus rayos azules para trenzar piedras y árboles cerca de su cabaña y dar vida a un manantial, donde en sus caídas de agua se escucharon las risas y los juegos de la pequeña. . . Nilié (su hija) y el canto de cada mañana de su esposa Nem.
Aunque todos admiraban al ermitaño por salvarles, la realidad era que él solo quería mantener alejados cualquier extraño del agua limpia que corría en el estanque que arrullaba su sueño mientras despertaba al lado de su familia.
Una vez iniciada la ceremonia esperada, él comenzó con una pregunta: ¿Quién te acompaña? Luego de un estruendoso silencio, se respondió a sí mismo: “Te acompañan tus pesares y el recuerdo de alguna vaga alegría, están contigo tus sueños entrelazados con el sudor que empañan tus ojos y se confunden con lágrimas. Son tus compañeras las bocanadas de aire que tomas para subir una cuesta y estar más cerca de lo que viene, pero al acercarte al agua encuentras a quien realmente está contigo, una especie de traje de piel con amargas arrugas, vestidas con una blanca cabellera que abren y retienen tu alma” … “más allá de eso, sólo están cerca de mí algunas personas de ojos vendados que nunca entenderán que lo único que hice fue evitar que enlodaran un arroyo”.
Están presentes quienes se conjugan con la luz.
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Horizonte cercano
Nacida durante la primera noche de mengua, una luna después del Beñesmen (inicio del año lunar), Llegó Isora, quien fue criada bajo el estricto código de disciplina en su pueblo, Los Viñerk. Era precisamente durante esa época que talaban los árboles para confeccionar sus icónicas lanzas, enormes, mortales y puntiagudas. El proceso para dar forma a estas armas estaba lleno de secretos y detalles minuciosos, como la profundidad del iris de un gato, que definía el ciclo de las mareas en el océano, indicando el momento exacto para cortar la madera y definir su intención (guerra, exploración, sanación o protección).
Fue entonces que, durante el trabajo de parto, un rayo sorprendió a todos impactando sobre uno de los árboles más antiguos, dividiendo el tronco en dos mitades exactas, diferenciándose por el color que tomaron en la explosión: yepnét (lo claro) y ferwét (lo más oscuro). Ambas ramas labradas en lanzas definirían el futuro de la recién nacida. Así pues, durante su preparación, Isora recibía toda la historia oculta de su raza, el origen y el propósito en cada asentamiento.
Cada mañana desde muy temprano, aprendía a recibir el sol y a escribir sobre él, las artes de combate y estrategia, a escuchar las voces de la tierra que anunciaban la siembra y la cosecha, a dirigir las corrientes de aire para que las arenas de los desiertos no se posasen sobre los cultivos y a leer las líneas del horizonte. Llegado el ocaso, perfeccionaba la pronunciación de lenguas antiguas, propias de las oraciones para sanar enfermos y conjurar la prosperidad del futuro. Entrada la noche, era el tiempo de aprender a escuchar el crujir de los troncos en la hoguera central, donde se reunían todos para compartir antes de retirarse a dormir.
Cada final del día era el momento más esperado por la pequeña, creía poseer el don de adivinar las conversaciones, en ocasiones con mucha exactitud predecía cada palabra, gesto o las interrupciones que impedirían la charla. Una vez, advirtió sobre la crecida del río, pero algunos lo tomaron como broma, pues no había lluvia; no obstante, Haleb, uno de los agricultores que en su juventud dirigía a los guerreros, tomó la serenidad de la noche silenciando las risas con un tono de voz grave y preocupado para mover a todos a una ladera más alta. Él estaba consiente de quién era ella, la crecida se llevó gran parte de lo que estaba.
Tiempo después, Isora, dominaba el arte del arco y la flecha, enseñando a otros guerreros a controlar sus pensamientos para dar en el blanco. También era capaz de cabalgar sin manos para sostener las dos lanzas que la acompañaban desde siempre. Cada día, aunque con diferentes actividades, se parecía al otro. No fue hasta una tarde fría y gris, que llegó al pueblo una anciana vestida con ropas muy distintas, pero con un rostro familiar, pidiendo ocultar a la pequeña hechicera.
Sorprendida por la noticia, Jels, la madre, toma a su hija y huye con la extraña al denso jardín de la comarca, donde se preparaban pócimas y los elixires propios de la familia. Desde allí, podían ver y oír como los captores describían detalladamente a Isora, hasta un lunar detrás de su oreja derecha muy difícil de distinguir. A punto de alzar la voz, la anciana tapa la boca de Jels diciendo al oído: –Mamá por favor, calla, nos vas a matar de nuevo. Asustada y agradecida la observa con detenimiento notando que era su propia hija en un cuerpo desgastado. -Sí mamá, soy yo. Cuando nací, la luz que impactó nuestro hogar me permite estar al mismo tiempo en varias etapas de mi vida. Fue hasta ahora que pude cambiar mi deceso de las manos de Los Herim más oscuros, ellos tomarían mi sangre para beberla en el próximo eclipse. No tengo muchas respuestas a las dudas en tu mente, pero hoy traje una alternativa para cambiar la fatalidad. Yo tomaré ese caballo con la capa de la niña y a todo galope me iré hacia la costa, ustedes crucen el valle donde me esperaran tres puestas de sol en una cabaña que preparé.
Pasados los días, se aproxima una mujer joven a la casa al pie de la montaña presentando un ramillete de flores moradas, las favoritas de Jels. Sonriendo grita: – ¡Lo logramos mamá! Tenemos otro presente. Ahora tomen el camino del este hasta llegar a un bosque de frutos rojos, allí me verás de nuevo, pero con otra apariencia. Haz que la niña estudie la luz de las velas y el idioma de las piedras talladas, ellas guardan la información para sostener esta nueva realidad.
Isora creció y se encontraba con todas sus otras versiones que al igual que ella se dedicaban a sanar lo innecesario de la vida de algunos. Como resultado de sus múltiples viajes se destinaba una y otra vez a promover el equilibrio; en el pasado ayudaba a su tribu a mantener las tradiciones y a defender la consciencia como un tesoro. En el presente vigila las playas para alejar y neutralizar visitas indeseadas. En el futuro cultiva plantas medicinales y algunas flores para proteger con su belleza y energía los espacios llamados oficinas. Recomienda el color azul para lograr cambios positivos en la mente, el amarillo para conectarse con el éxito y los buenos aliados, el verde para recordar con humildad lo frágil de la existencia, el naranja para ganar en la guerra consigo mismo, el rojo para despertar el deseo de vivir mejor y el morado para acompañarte y cuidarte donde estés. En ese lugar la pesca y la caza cambiaron por algo llamado oferta y demanda, los saqueadores son conocidos como estafadores o inversionistas, cualquier traidor necio se hace llamar mano derecha, las espadas tienen forma de rectángulos que sostenidos en la palama de la mano los colocan en sus orejas para llamar a otros, los trajes son fachadas para ocultar su pobreza mental y mentir es algo natural, los hombres sin palabra y sin honor son llamados jefes que eluden e ignoran sus deudas; al parecer es el mundo más difícil por lo ambiguo.
Para esta mujer, la vida sigue transitando en cada veta del árbol que anunció su llegada, cada astilla es un instante de sabiduría, es como la gota que renace al llover que sin importar donde caiga se eleva de nuevo para aprender y conectar el horizonte del ayer con el del hoy… en este instante ella tal vez se encuentre empuñando alguna de sus lanzas para preparar su próximo destino …
Todos son capaces de predecir el futuro hasta tropezar con la negación
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Sembrar en el mar
Corría la novena luna y los Guañameñes de la región advertían sobre la inminente llegada de embarcaciones llenas de guerreros y recuerdos. Durante varios soles se discutía sobre las visiones y premoniciones en las que coincidían hechiceros y curanderos, todos mostraban gran preocupación.
Uno de ellos era Gerh, quien, en sueños y profundas meditaciones, describía el arribo de tribus lejanas con acento similar, de igual manera, sus rostros y muchos de sus símbolos parecían familiares. En la llegada de los visitantes, sentía que la violencia era contenida por lágrimas y nostalgia. En sí, todo era muy confuso para este hombre y para los demás que podían ver parte del futuro. Se trataba de una mezcla entre lo ya vivido y la realidad. Lo curioso es que los siete sabios vivían la misma experiencia.
Por esto, Acay El Rey, confió a unos pocos la tarea de adentrarse en el corazón de la montaña para visitar a los espíritus nobles, seres de la tribu que por alguna razón no envejecían y decidieron apartarse para conectar su consciencia con la energía vital que les permitía vivir varias generaciones. Salvo algunos, no todos conocían sobre su existencia, por ello el viaje tenía el propósito de armar la historia inconclusa contada por los oráculos y comprender la reiterada información.
Ante la presencia de los caminantes, aparecen tres de los apartados, indicando que se descalcen antes de entrar al inhóspito recinto. Una vez dentro, lavaron sus manos, rostros y pies para recibir una bandeja de frutos mientras descansaban de la travesía. –Somos los habitantes más antiguos de estas tierras, hemos visto nacer y morir cientos y cientos, conocemos mucho de nuestra cultura y casi nada del estrellado firmamento. Su visita es el cierre de un compás, un ciclo, la retórica y el capricho de los mares. Hubo una época, continúa hablando el ser iluminado, en que nuestros guerreros encontraron la paz y para mantenerla, el rey de aquel entonces les adjudicó la labor de mejorar las embarcaciones para tocar el borde del mar. Así que el campo de batalla era ahora el diseño de sus naves, la búsqueda de nuevos materiales y el desarrollo tecnológico. En poco tiempo, el resultado fue extraordinario, no obstante, nadie zarpaba. Esto mantenía inquietos a varios, pero dos de ellos alzaron sus voces pidiendo que les dejaran probar las nuevas estructuras, pero no eran los planes del mandatario.
Siguiendo con el relato, el anciano sin arrugas comenzó a ser más enfático en los detalles, -Pasada la medianoche, Danostek y Areik, convencieron a parte de la tropa para tomar algunos botes y lanzarse a lo desconocido. Tomen en cuenta que para ese entonces nuestro pueblo navegaba entre sus siete islas sin rebasar su umbral, así que ir al borde del mar era una locura, algo impensable. Los intrépidos pseudo marineros llevaron consigo pieles, armas, medicinas, animales, plantas y semillas, todo esto a supuestas escondidas, puesto que el jerarca estaba al tanto, pero dejarlos ir era lo más conveniente para la tranquilidad. En los cuarteles sin guerra el no oficio puede significar un levantamiento, los soldados deben tener una ocupación, así sea contar las gotas de un estanque.
-Ahora bien, contestando la pregunta que no les dejé hacer les respondo: Los que se aproximan son nuestros parientes, son los hijos de nuestra sangre que en el pasado se adentraron en el horizonte y perdieron el camino de regreso. Llegaron al norte y allí comenzaron una nueva vida después de que las frías y mortales aguas despedazaran los barcos. De la nada edificaron aldeas, sembradíos y un nuevo reino, mantuvieron las costumbres cambiando el nombre de los dioses sin darse cuenta, pero con los mismos símbolos y colores grabados por los primeros habitantes del nuevo suelo. Son ellos llenos de nostalgia y ganas de volver a su origen sin saberlo. Al igual que sus ancestros buscan dominar al océano que los derrotó, son guerreros y esa es su naturaleza, si no hay conflicto lo crean para probar su capacidad.
-Presten atención, (prosigue el sabio), esta historia es real, así como el temor del oráculo que no logra dormir por los sueños de peligro. Sí, son nuestra descendencia, pero lo olvidaron, si tocan las costas nuevamente nadie sobrevivirá. El hacha que ustedes dejan caer sobre las ramas, son las mismas que ellos dejan en el cráneo de sus adversarios. ¡Ellos sólo saben avanzar y nosotros olvidamos retroceder! Digan a su Rey Acay que bañen de oro a una embarcación y a ustedes también, después que los envíe a interceptar a los primos en la mitad del mar, que viertan brea en el agua en forma de círculos con flechas y al encender esa sustancia ellos entenderán que deben regresar. Dar la bienvenida a quienes se fueron sin honor es condenarse.
Casi de inmediato se pronuncia Haleb: –Señor, mi día empieza arando la tierra y termina regando lo que sembré, ¿Qué puedo hacer a bordo de esta misión si no sé nadar ni pescar? El joven anciano señala a Isora para que responda. Ella era parte del grupo que viajó a la montaña y muy pocas veces hablaba. –Nosotros (Contesta la guerrera) estamos destinados a cruzar fronteras, a trazar nuevos mapas, no solo en el terreno, también en el camino de la luz y en el nuevo panorama mental. Pero en este instante, el reencuentro con ellos sería la tumba para todos. Haleb, fuiste elegido por los cayos de tus manos y la fortaleza para trabajar con el sol sobre tu espalda. La tierra comparte contigo paciencia y asertividad para sembrar y cosechar a tiempo. Por el mar no te preocupes, cada gota de agua te levantará para que sea tu voz la que indique el camino de retorno de ellos, serás semilla de esperanza y voluntad. Tu destino es enseñar a manejar el miedo, a convertir lo que te hunde en lo que te hace navegar. Elige a los mejores para surcar cualquier corriente.
Cuando un fruto cae debe formar otro árbol,
intentar volver a la rama que lo soltó es la cuna de la necedad
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Claroscuro
Cuando empezaba todo, la energía creadora permitía que: yepnét (lo claro) y ferwét (lo más oscuro) encontraran consciencia en su existencia. Por un lado, la claridad se percataba que necesitaba cerrar sus ojos para descansar, mientras que lo tenue deseaba conocer los colores. Ambas tonalidades fueron encontrando el equilibrio para albergar el espacio de la vida, llegando entonces el primer amanecer, pasando por la cruenta hora donde se imponía la estrella de fuego que se apaciguaba con nubes que paseaban dando agua o descanso. Fue así que llegó el primer atardecer, breve y hermoso para anunciar la llegada de la noche fría y misteriosa. Cada momento tenía un propósito, cada instante cobraba sentido al darse cuenta de que no tenía mañana, así nació Wegneff (el aquí y el ahora).
Con la llegada de los primeros habitantes comenzó una nueva etapa, entre unos más entendidos que otros, La Verdad, como un ente comenzó a esconderse entre valles y cimas, entre lo alto y lo bajo, entre lo frío y lo caliente… entre lo claro y lo oscuro, procurando estar en ninguna parte y en todos los sitios al mismo tiempo. Su razón era mantener la armonía desde la presencia de Wegneff, su único acceso.
Era con este relato que iniciaba el primer periodo de desconexión por el que atravesaban los aspirantes a Ocmanc (sanadores de guerra) y los posibles Hyrib (Quienes defienden las fronteras). Estos rituales propios de la cultura Twas, permitió la entrada de jóvenes de otras tribus después del “Helddet nim Magec” (Los siete días sin sol) , periodo en que la erupción del volcán Guarmanek (el mal) quiso apagar a Magec (el sol), puesto que él se encontraba sólo en una isla donde casi no recibía visitas y al sol todos le adoraban. Durante esos días la gran cantidad de cenizas sepultó la mayoría de los cultivos y envenenó los ríos. Para muchos era fin de los tiempos, sin embargo, en lo profundo de las grietas montañosas de los bosques germinaban y se protegían los sobrevivientes.
Cada Quielut (mil años), algo muy similar ocurría, siendo el caos el precursor del orden, es por ello que Ainaum El Mago, coloca todo su empeño en cuidar todos los detalles para que cada clan conserve su cultura y retomar caminos, cumbres y valles. Años atrás, cierta noche este hombre tuvo una visión donde debía registrar con precisión las costumbres y los hábitos de cada asentamiento, es por ello que al despuntar la mañana salió a recorrer cada rincón. Esta tarea duró siete años.
Para los jóvenes pretendientes, Ainaum era un hombre sabio, con respuestas oportunas, de buena presencia, buen humor y apacible sonrisa. Ese era su lado social, el de compartir todo con todos. Pero como era de esperarse, El mago, también poseía un lado más fuerte ante circunstancias caóticas. En una ocasión fue emboscado por tres de sus sucesores más cercanos para intentar convertirse en los consejeros, al percatarse de sus intenciones, se convirtió en Lahén (El agua) mientras los traidores no le veían. Pudo así, dibujar su silueta en el rostro de sus captores, para que entre ellos se quitaran la vida. Tomando forma de Lojín, (hijo del viento) entró por el balcón de Kertú, su amigo que enceguecido por celos y envidia planeó su muerte y a pesar de descubrir su plan, Ainaum optó por tumbar con el aire un frasco de perfume que le había obsequiado. Al voltearse Kertú y únicamente ver su sombra propia, comprendió que jamás volvería a descansar.
Volviendo a las tiendas de campaña luego de un Helddet (periodo de siete días), los postulados a defender las tribus tenían varios días sin comer y sin dormir, pero a diferencia de los primeros días, el lugar estaba lleno de lujos y manjares. Uno de los asistentes exclamo: – ¡Lo logramos!, mientras que otro preguntó: –¿Será esto un hechizo o una trampa como la que Therkham colocó a Los Sin Nombre?. En plena discordancia aparece Ainaum rodeándoles con una centena de guerreros hambrientos. La dinámica era la siguiente; mientras estén sentados comiendo o bebiendo, no podrían atacarse, pero al dejar de masticar o tragar, los invitados podrían pegarle con garrotes y quedarse con el alimento. He allí la dificultad, después de tantos días de ayuno, el impulso de ingerir cualquier cosa era enfrentado con el instinto de supervivencia.
Muchas fueron las lesiones, unas más graves que otras, también los que trataron de huir no se fueron con las manos vacías, les fue peor. La “práctica” tuvo una duración de dos horas; que culminó con la explosión de una llamarada verde al lanzar una pócima al fuego. Los aspirantes que se mantuvieron de pie fueron llevados al rio, los demás regresaron a la aldea donde sanarían para reinsertarse en la cotidianidad. Los seleccionados debían ayudar a sus contrincantes a sobreponerse para darles de comer y ofrecerles ayuda al curar sus heridas, pues ellos serían más adelante sus soldados. Ante lo sucedido, su mentor sostenía que era en la batalla donde los lazos de hermandad se hacían irrompibles y no en las celebraciones.
Se apoderó el silencio del campamento, dieron un día de descanso, donde algunos quejidos y ronquidos se mezclaban con el canto de algunas aves que informaban al Mago todo lo que sucedía a lo lejos. Los Ocmanc (sanadores de guerra) y los nuevos Hyrib (Quienes defienden las fronteras), fueron divididos, pues su formación y entrenamiento eran muy distintos a partir de ese momento. Los primeros aprendieron el arte de Luhet (la Luna), mientras que los otros el arte de Magec (el sol) respectivamente. Ambos grupos volverían a verse para estudiar el arte de Galet – Wudkas (la tierra y los árboles). Todos debían aprender a sanar a los demás y a luchar, a conversar y a luchar, a entenderse con otros y a luchar… el porqué de tanta lucha externa era la preparación para alcanzar la victoria en la verdadera guerra: la lucha consigo mismo.
En la consagración de estos nuevos guerreros, el auspiciante y responsable de mantener viva la energía de todas las tierras, se despidió con las siguientes palabras: -Una vela en la noche: Para algunos es momento de reflexionar, para otros el temor al viento que amenaza la llama, hay a quienes les quita el sueño la luz insignificante ante la inmensidad de la noche atrayendo miedos y fantasmas en la mente, pero para los visionarios significa la oportunidad de ofrecer mejores velas para las noches de todos los demás.
Depende del coraje abrir o cerrar los ojos ante lo adverso,
luces y sombras son lo mismo para los ciegos de corazón
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Poder
Dos jóvenes con deseo de entrar a un monasterio se presentan. Un anciano, los recibe con el silencio que obedecía al roce de sus pasos, abre el portón tallado, donde cobraban vida las figuras con simpleza. Al entrar sintieron la energía del vacío. ¿Dónde estaban todos? Ni árboles, ni plantas hacían el mínimo movimiento, era un pacto de quietud entre el tiempo y un pintor amigo. Un trinar lejano tal vez significaba bienvenidos. Con candidez, el monje extiende un brazo señalando dos árboles del jardín. Les indicó -limpien – ¿Sólo eso? Pronunció uno, el otro comenzó. El primero en hablar, Sotai, preguntaba cómo debía empezar y de cuánto tiempo disponía. Por el contrario, Kuoshiro, algo más joven, recogía con sus manos cada hoja esparcida.
Sotai, revisando habitaciones se hizo de herramientas. Podaba con afán su frondosa tarea. Pasada la tarde, cansado, bajó del árbol. Se encontraba sólo. La corriente de aire tocaba su frente, su intención fue cerrar la puerta que colaba el viento. En la mesa se encontraba una nota -Sotai: muchas gracias por tu trabajo. Nos has regalado un hermoso árbol renovado con espacio para que el sol toque este recinto. Tu sonido despertó a varios monjes en meditación profunda. Ellos, agradecidos por reconectarse, decidieron hacer un paseo sin saber cuándo retornaremos. Bajo la mesa hay hortalizas y algo de dinero por tu labor, no tenemos más. Espero que tengas una vida plena y que la paz que te busca pueda dar contigo.
Al lanzar una piedra al lago, se harán ondas que se alejan del centro. Así, cada círculo al llegar a la orilla regresará. Mientras llega, se topará con los arcos que recorren por primera vez el camino. Éstas son turbulencias que opacan el discernir. Ten cuidado con lo que lanzas al lago, en donde solo eres una gota que se evaporará mañana cuando salga el sol.
El silencio no es la ausencia de sonido
es renunciar a ser eco de la estupidez
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Consciencia
La concepción del cosmos por distintas culturas antiguas, tiene grandes similitudes. Las relaciones entre elementos y astros marcaban sus destinos. Hoy, el hombre se desvanece en una vanidad incomprensible donde tendencias penetran y empobrecen su mente, olvidando que respirar es la conexión con lo real, es el milagro inadvertido por las ocupaciones, que al vencerlas, sus ideas se convierten en realidad.
Avasallado por visiones de una luz y el destino de su clan, Aythami (el que diferencia el bien del mal) El General, busca en sus retiros la respuesta para el futuro. Logra recordar que años atrás, en secreto, su padre lo entrenó junto a quien se convertiría en Rey, Gaumet (el que brilla con luz propia) ¡Eso era! Al entrar al recinto, conversó con su amigo de infancia. El rey al ver comprometida la estabilidad de la región decide acompañarlo. Sale de su fortaleza fingiendo ser un maestro. Al llegar con Aythami, el misterioso acompañante despierta inquietudes en los guerreros que intentaron poner a prueba las destrezas del visitante, pero este con una sutil técnica los vencía sin parpadear.
Se estableció pues, un régimen de entrenamiento severo durante los primeros meses. Acordaron, verse una vez al año para ir evaluando a los mejores. Ininterrumpidamente el rey viajaba a cada cita bajo el nombre de Jun (el de buen hacer) para asistir a su compañero marcial. Dos décadas después, el general preguntó -¿Qué te hace venir a enseñar a neófitos que ni imaginan que representas a la divinidad en la tierra?, Jun responde –El presente de mañana. En algún punto estaremos con nuestros ancestros. Pero la sangre adiestrada se queda poblando la tierra. Hermano, ambos somos humildes campesinos que siembran semillas que se harán árboles, aunque algunos darán frutos y sombra, a otros el sol y el agua los destruirán. El destino será el carpintero que tome los mejores maderos para construir con solidez y gracia el futuro. Tú y yo, continuaremos ocultos en las venas de las manos que cuidan las plantas.
Si el principio y el fin se unen para formar un círculo,
tal vez un error y un acierto sean lo mismo
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Colección III Articulo 6/6
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